México puede llegar a ser superpotencia en energía renovable

El mes pasado –durante una visita a nuestro país–, el reconocido profesor de economía de la Universidad de Columbia, Jeffrey Sachs, dijo que México debería dejar de depender de Pemex y del petróleo, para invertir en un cambio hacia el futuro, en las energías renovables.

Sachs dijo que «México puede ser una superpotencia» de este tipo de la energías limpias, por lo que más que pensar en devolverle su antigua gloria a Pemex, debería crear empresas que apuesten por fuentes energéticas como la solar y la eólica. Y tiene razón, por supuesto.

Las palabras de Jeffrey Sachs se suman a las de otro investigador, el Prof. John Deutch, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, que en enero de este año presentó las conclusiones de un estudio sobre generación de electricidad libre de carbón.

Deutch advierte que la energía eólica, la solar y las nuevas formas de almacenamiento de energía, están a punto de proveer de manera conjunta, energía casi libre de carbón a un costo similar o más bajo que la producida mediante combustibles fósiles.

El académico recomienda eliminar regulaciones y subsidios para que sean los propios inversionistas privados quienes corran los riesgos, y así determinen si las energías renovables son económicamente viables.

Todo lo que el gobierno tiene que hacer, subraya, es crear un «marco regulatorio» para permitir los proyectos y publicar los resultados.

Deutch prevé que «muy pronto», gracias a las nuevas formas alternativas de almacenamiento de electricidad –con la siguiente generación de baterías más económicas y eficientes que las actuales de ion de litio–, será posible acumular y transportar la energía solar y la eólica adonde y cuando quiera que se necesite.

De manera que no hay duda de que el mundo está justo en el umbral de una auténtica revolución tecnológica en materia de energías verdes, y estados como Oaxaca o Chiapas –los más pobres del país–, con tan alto potencial generador, tendrán una oportunidad única en su historia.

Con los incentivos adecuados y un marco regulatorio no restrictivo, podríamos alcanzar en México un objetivo dual muy ambicioso: atraer grandes capitales para la inversión, y elevar el bienestar de los habitantes con inversión productiva en los estados con mayor índice de pobreza y marginación.

Dicha revolución tecnológica debería ser aprovechada por México. Los viejos años de gloria del petróleo están detrás y no van a volver. Insistir en construir refinerías, usar carbón para producir electricidad, etc., es sólo una costosa necedad que condenará al país al atraso, la contaminación y quizá a una crisis energética y fiscal de grandes dimensiones.

En cambio, con la apertura competitiva adecuada a la inversión y un marco regulatorio no restrictivo, podríamos alcanzar un objetivo dual muy ambicioso: atraer grandes capitales para la inversión, elevar el bienestar de los habitantes con inversión productiva en los estados con mayor índice de pobreza y marginación, y por si fuera poco, estaremos contribuyendo además a la preservación del ambiente. Ese es por mucho, el mejor camino a seguir.

Fuentes:

https://www.elhorizonte.mx

Chicago Digital Power.

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